viernes, 27 de junio de 2014

VIVIENDO DE LAS CONTIENDAS INNECESARIAS

¿Viviendo de la defensa de la fe?

A veces me sorprende que alguien dedique demasiado, demasiado, demasiado tiempo en la denuncia y apologética como un estilo de vida; que termina por alejar a otros del Evangelio. Creo en defender nuestra fe, pero las contiendas innecesarias para nada aprovechan y los extremos son malos.

La Palabra de Dios se refiere a sí misma como una espada de dos filos: Un lado para herirnos de convicción de pecado a fin de que seamos salvos por medio de Jesús; y el otro para edificar al cuerpo de Cristo con la sana doctrina, la cual se defiende por sí sola porque es forjada por la verdad. Pero nada dice que ambos filos sean usados para dividir la unidad de la iglesia o dar ocasión para los malos testimonios.

De ahí, que me llevó a meditar sobre este tema.

Defendiendo la fe con actitudes incorrectas

En el tema de la defensa de la fe se requiere ser sabio para distinguir y aplicar la diferencia entre contender y no contender. Me explico. Muchos usamos (incluyéndome) los dos textos bíblicos para hacer uso de la apologética que son 1 Pedro 3:15 y Judas 3:

1 Pedro 3:15 “sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros”.

Judas 3 “Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos”.

Creo en defender la fe, la sana doctrina y la pureza del evangelio. La Biblia lo demanda, como en caso de los pasajes que acabo de citar. Es necesario explicar y sacar a luz las verdades de la Palabra de Dios. Sobre todo cuando las falsas doctrinas, las herejías y prácticas anti-bíblicas son muy evidentes por parte de falsos maestros, falsos profetas y falsos evangelistas. Es muy necesario limpiar la grey de toda maleza e impureza doctrinal.

Pero, desgraciadamente, las actitudes típicas en la apologética de hoy en día se han vuelto muy comunes:

1) Caer en la tentación y en los extremismos de contender y discutir de forma vana e inútil (muy común en los foros de debates, cuando no se sabe debatir apropiadamente y con respeto).

2) La tendencia de etiquetar y dirigirse a toda aquella persona que no está de acuerdo a los credos bíblicos (sea hermano sincero pero errado o un falso maestro) con etiquetas como: “hijos de Satanás”, “hijos del diablo”, “herejes”; entre otras lindezas.

3) Señalar los errores de otros e imponer sus puntos de vista. No los motivan a que crezcan en conocimiento, entendimiento y oración al estudiar las Escrituras. Además de sufrir el letargo de la superioridad y orgullo espirituales.  

4) La actitud cargada de legalismo en el que por asuntos doctrinales no fundamentales se separan de tal o cual hermano, negándolo como creyente genuino. ¿La razón? Porque no comparte las mismas doctrinas no esenciales que uno profesa (que si el rapto es antes, a la mitad o después de los siete años de tribulación, que si hay milenio o no, que si los dones espirituales cesaron o no, que si bautizamos a los niños o no, que si Adán tuvo ombligo o no, y un largo etcétera).

Ahora bien, en el caso de los primeros tres puntos que cité, creo en el principio de juzgar con justo juicio, en el sentido de discernir la Palabra de Dios, amonestar y exhortar a los que están errados conforme a los lineamientos bíblicos (Léase 2 Timoteo 3:15-17); sin embargo hay actitudes apropiadas para ello como bien lo resalta el apóstol Pedro: “Con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros” (1 Pedro 3:15). El en caso de Judas, el escritor de la epístola que lleva su nombre, hablaba sobre “contender ardientemente” (Judas 3), en el sentido de defender la Biblia tal cual como nos ha sido enseñada; pero no de forma airada y ofensiva; ni participando en debates que no tienen provecho para nadie. Él mismo, en el contexto de la carta, nos presenta la actitud correcta:

Judas 21-23 “Conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna. A algunos que dudan, convencedlos. A otros salvad, arrebatándolos del fuego; y de otros tened misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne”.

Sobre el cuarto y último punto, tengo la convicción de que hay doctrinas muy claras y no negociables en la Biblia. A continuación, comparto dos listas excelentes que nuestro hno. Adrián Passarelli (autor y editor principal del blog ‘La verdad en amor’) elaboró acerca de dichas doctrinas:

Doctrinas esenciales (1):
  1. La Biblia es la Palabra de Dios
  2. La creación
  3. El pecado original
  4. La trinidad
  5. El monoteísmo
  6. La humanidad y deidad de Cristo
  7. El sacrificio vicario de Cristo, su muerte y resurrección corporal
  8. La justificación por medio de la fe
  9. La salvación por gracia
  10. El retorno físico de Jesucristo
  11. Resurrección corporal de creyentes e inconversos
  12. Salvación de los creyentes y Condenación de los incrédulos
Doctrinas secundarias o complementarias (2):
  1. Modo de bautismo
  2. Cómo celebrar la cena del Señor
  3. Los dones espirituales
  4. Organización eclesiástica
  5. Formas de alabanza
  6. Escatología (podría considerarse de tercer orden)
Los asuntos que no son todo del todo claro y controversias interminables serán resueltos hasta el regreso de nuestro SEÑOR, pues la Biblia nos dice que todos, sin excepción seremos enseñados por Él (Léase Isaías 54:13; Jeremías 31.33-34).

Abundando más en lo que dice la Biblia al respecto

En las epístolas pastorales hay muchos versículos que nos aclaran de apartarnos de contender innecesariamente. A continuación expongo los siguientes textos, tan solo de las epístolas pastorales y que hay mucho más en el contexto de la Biblia, que son parte de los patrones bíblicos de conducta acerca de exponer la verdad en contraste del error:

1 Timoteo 1:3-4 “Como te rogué que te quedases en Éfeso, cuando fui a Macedonia, para que mandases a algunos que no enseñen diferente doctrina, ni presten atención a fábulas y genealogías interminables, que acarrean disputas más bien que edificación de Dios que es por fe, así te encargo ahora”.

1 Timoteo 4:7-8 “Desecha las fábulas profanas y de viejas. Ejercítate para la piedad; porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera”.

1 Timoteo 4:16 “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren”.

1 Timoteo 6:3-5 “Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad, está envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas, disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia; apártate de los tales”.

1 Timoteo 6:20-21a “Oh Timoteo, guarda lo que se te ha encomendado, evitando las profanas pláticas sobre cosas vanas, y los argumentos de la falsamente llamada ciencia, la cual profesando algunos, se desviaron de la fe”.

2 Timoteo 2:14-18 “Recuérdales esto, exhortándoles delante del Señor a que no contiendan sobre palabras, lo cual para nada aprovecha, sino que es para perdición de los oyentes. Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad. Mas evita profanas y vanas palabrerías, porque conducirán más y más a la impiedad. Y su palabra carcomerá como gangrena; de los cuales son Himeneo y Fileto, que se desviaron de la verdad, diciendo que la resurrección ya se efectuó, y trastornan la fe de algunos”. 

2 Timoteo 2: 22-26 “Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor. Pero desecha las cuestiones necias e insensatas, sabiendo que engendran contiendas. Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido; que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad, y escapen del lazo del diablo, en que están cautivos a voluntad de él”.

2 Timoteo 3: 1-5 “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita”.

Tito 1:9 (Que el anciano sea) “retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen”.

Tito1:13-14 “Este testimonio es verdadero; por tanto, repréndelos duramente, para que sean sanos en la fe, no atendiendo a fábulas judaicas, ni a mandamientos de hombres que se apartan de la verdad”.

Tito 3:9-10 “Pero evita las cuestiones necias, y genealogías, y contenciones, y discusiones acerca de la ley; porque son vanas y sin provecho. Al hombre que cause divisiones, después de una y otra amonestación deséchalo, sabiendo que el tal se ha pervertido, y peca y está condenado por su propio juicio”.

Como hemos visto, en cuanto a discusiones acaloradas, lo prudente es apartarse, evitar y desechar las contiendas vanas y que no tienen provecho, no prestar atención a cosas que no pueden edificar ni contribuir en el crecimiento espiritual del creyente. La Biblia manda enseñar con amabilidad, mansedumbre y con sana enseñanza (doctrina) si se presta la ocasión de hacerlo y ejercitarse en la piedad y en las buenas obras que son útiles para todos (entiéndase, buenas obras por amor a Dios y a los demás; no para ganarse la salvación, léase Efesios 2:8-10).

En conclusión

Al contrario de lo que algunos piensan, esto no hace a uno cobarde, sino más conforme al carácter de nuestro amado SEÑOR, manso y humilde de corazón (Léase Mateo 11:29). Ser sabio y prudente para saber cuándo actuar no es sinónimo de cobardía; es sinónimo de que el Espíritu Santo está equilibrando nuestra vida cristiana. En otras palabras: Es un asunto de madurez en Cristo y dominio propio.

Participar en las contiendas es contribuir en la desviación de la fe, del amor al prójimo, de perder a los oyentes (no es lo mismo que creyentes), de dar mal testimonio, que acarrean pleitos y conducen al pecado. Las Escrituras nos extienden la exhortación de que tengamos cuidado (incluyéndome) con la sana doctrina de la Palabra de Dios y usarla bien, tal y como nos ha sido enseñado; de una manera que nuestro comportamiento refleje al carácter de nuestro SEÑOR y Maestro Jesucristo y que contribuya en el progreso del Evangelio. Y si hemos pecado en esto, también somos llamados al arrepentimiento, a pedir la guía de Dios por medio de Su Santo Espíritu a fin de presentar perfecto a Jesús a todo hombre; y caminar exponiendo la verdad en amor (Léase Efesios 4:15; Colosenses 1:28).

¡Sólo a Dios la Gloria!
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Fuente bibliográfica:
(1) y (2): ‘DOCTRINAS ESENCIALES Y COMPLEMENTARIAS’ | Hno. Adrían Pasarelli. Fuente electrónica: http://verdadenamor.wordpress.com/2012/09/01/doctrinas-esenciales-y-complementarias/