¿Viviendo de la
defensa de la fe?
A
veces me sorprende que alguien dedique demasiado, demasiado, demasiado tiempo
en la denuncia y apologética como un estilo de vida; que termina por alejar a
otros del Evangelio. Creo en defender nuestra fe, pero las contiendas
innecesarias para nada aprovechan y los extremos son malos.
La
Palabra de Dios se refiere a sí misma como una espada de dos filos: Un lado
para herirnos de convicción de pecado a fin de que seamos salvos por medio
de Jesús; y el otro para edificar al cuerpo de Cristo con la sana doctrina, la
cual se defiende por sí sola porque es forjada por la verdad. Pero nada dice
que ambos filos sean usados para dividir la unidad de la iglesia o dar ocasión
para los malos testimonios.
De
ahí, que me llevó a meditar sobre este tema.
Defendiendo la fe
con actitudes incorrectas
En
el tema de la defensa de la fe se requiere ser sabio para distinguir y aplicar la
diferencia entre contender y no contender. Me explico. Muchos usamos
(incluyéndome) los dos textos bíblicos para hacer uso de la apologética que son
1 Pedro 3:15 y Judas 3:
1
Pedro 3:15 “sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad
siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante
todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros”.
Judas
3 “Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra
común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis
ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos”.
Creo
en defender la fe, la sana doctrina y la pureza del evangelio. La Biblia lo
demanda, como en caso de los pasajes que acabo de citar. Es necesario explicar
y sacar a luz las verdades de la Palabra de Dios. Sobre todo cuando las falsas
doctrinas, las herejías y prácticas anti-bíblicas son muy evidentes por parte
de falsos maestros, falsos profetas y falsos evangelistas. Es muy necesario
limpiar la grey de toda maleza e impureza doctrinal.
Pero,
desgraciadamente, las actitudes típicas en la apologética de hoy en día se han
vuelto muy comunes:
1)
Caer en la tentación y en los extremismos de contender y discutir de forma vana
e inútil (muy común en los foros de debates, cuando no se sabe debatir
apropiadamente y con respeto).
2)
La tendencia de etiquetar y dirigirse a toda aquella persona que no está de
acuerdo a los credos bíblicos (sea hermano sincero pero errado o un falso
maestro) con etiquetas como: “hijos de Satanás”, “hijos del diablo”, “herejes”;
entre otras lindezas.
3)
Señalar los errores de otros e imponer sus puntos de vista. No los motivan a
que crezcan en conocimiento, entendimiento y oración al estudiar las Escrituras.
Además de sufrir el letargo de la superioridad y orgullo espirituales.
4)
La actitud cargada de legalismo en el que por asuntos doctrinales no
fundamentales se separan de tal o cual hermano, negándolo como creyente genuino.
¿La razón? Porque no comparte las mismas doctrinas no esenciales que uno profesa
(que si el rapto es antes, a la mitad o después de los siete años de
tribulación, que si hay milenio o no, que si los dones espirituales cesaron o
no, que si bautizamos a los niños o no, que si Adán tuvo ombligo o no, y un
largo etcétera).
Ahora
bien, en el caso de los primeros tres puntos que cité, creo en el principio de
juzgar con justo juicio, en el sentido de discernir la Palabra de Dios,
amonestar y exhortar a los que están errados conforme a los lineamientos
bíblicos (Léase 2 Timoteo 3:15-17); sin embargo hay actitudes apropiadas para
ello como bien lo resalta el apóstol Pedro: “Con mansedumbre y reverencia ante
todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros” (1 Pedro 3:15).
El en caso de Judas, el escritor de la epístola que lleva su nombre, hablaba
sobre “contender ardientemente” (Judas 3), en el sentido de defender la Biblia
tal cual como nos ha sido enseñada; pero no de forma airada y ofensiva; ni
participando en debates que no tienen provecho para nadie. Él mismo, en el
contexto de la carta, nos presenta la actitud correcta:
Judas
21-23 “Conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro
Señor Jesucristo para vida eterna. A algunos que dudan, convencedlos. A otros
salvad, arrebatándolos del fuego; y de otros tened misericordia con temor,
aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne”.
Sobre
el cuarto y último punto, tengo la convicción de que hay doctrinas muy claras y
no negociables en la Biblia. A continuación, comparto dos listas excelentes que
nuestro hno. Adrián Passarelli (autor y editor principal del blog ‘La verdad en
amor’) elaboró acerca de dichas doctrinas:
Doctrinas
esenciales (1):
- La Biblia es la Palabra de Dios
- La creación
- El pecado original
- La trinidad
- El monoteísmo
- La humanidad y deidad de Cristo
- El sacrificio vicario de Cristo, su muerte y resurrección corporal
- La justificación por medio de la fe
- La salvación por gracia
- El retorno físico de Jesucristo
- Resurrección corporal de creyentes e inconversos
- Salvación de los creyentes y Condenación de los incrédulos
Doctrinas
secundarias o complementarias (2):
- Modo de bautismo
- Cómo celebrar la cena del Señor
- Los dones espirituales
- Organización eclesiástica
- Formas de alabanza
- Escatología (podría considerarse de tercer orden)
Los asuntos que no son todo del todo claro y
controversias interminables serán resueltos hasta el regreso de nuestro SEÑOR,
pues la Biblia nos dice que todos, sin excepción seremos enseñados por Él (Léase
Isaías 54:13; Jeremías 31.33-34).
Abundando más en lo
que dice la Biblia al respecto
En
las epístolas pastorales hay muchos versículos que nos aclaran de
apartarnos de contender innecesariamente. A continuación expongo los siguientes textos,
tan solo de las epístolas pastorales y que hay mucho más en el contexto de la
Biblia, que son parte de los patrones bíblicos de conducta acerca de
exponer la verdad en contraste del error:
1
Timoteo 1:3-4 “Como te rogué que te quedases en Éfeso, cuando fui a Macedonia,
para que mandases a algunos que no enseñen diferente doctrina, ni presten
atención a fábulas y genealogías interminables, que acarrean disputas más bien
que edificación de Dios que es por fe, así te encargo ahora”.
1
Timoteo 4:7-8 “Desecha las fábulas profanas y de viejas. Ejercítate para la
piedad; porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad
para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la
venidera”.
1
Timoteo 4:16 “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues
haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren”.
1
Timoteo 6:3-5 “Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras
de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad, está
envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras,
de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas, disputas
necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman
la piedad como fuente de ganancia; apártate de los tales”.
1
Timoteo 6:20-21a “Oh Timoteo, guarda lo que se te ha encomendado, evitando las
profanas pláticas sobre cosas vanas, y los argumentos de la falsamente llamada
ciencia, la cual profesando algunos, se desviaron de la fe”.
2
Timoteo 2:14-18 “Recuérdales esto, exhortándoles delante del Señor a que no
contiendan sobre palabras, lo cual para nada aprovecha, sino que es para perdición
de los oyentes. Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero
que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad. Mas evita
profanas y vanas palabrerías, porque conducirán más y más a la impiedad. Y su
palabra carcomerá como gangrena; de los cuales son Himeneo y Fileto, que se
desviaron de la verdad, diciendo que la resurrección ya se efectuó, y
trastornan la fe de algunos”.
2
Timoteo 2: 22-26 “Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia,
la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor. Pero
desecha las cuestiones necias e insensatas, sabiendo que engendran contiendas.
Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos,
apto para enseñar, sufrido; que con mansedumbre corrija a los que se oponen,
por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad, y
escapen del lazo del diablo, en que están cautivos a voluntad de él”.
2
Timoteo 3: 1-5 “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán
tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros,
vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos,
impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles,
aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los
deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la
eficacia de ella; a éstos evita”.
Tito
1:9 (Que el anciano sea) “retenedor de la palabra fiel tal como ha sido
enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los
que contradicen”.
Tito1:13-14
“Este testimonio es verdadero; por tanto, repréndelos duramente, para que sean
sanos en la fe, no atendiendo a fábulas judaicas, ni a mandamientos de hombres
que se apartan de la verdad”.
Tito
3:9-10 “Pero evita las cuestiones necias, y genealogías, y contenciones, y
discusiones acerca de la ley; porque son vanas y sin provecho. Al hombre que
cause divisiones, después de una y otra amonestación deséchalo, sabiendo que el
tal se ha pervertido, y peca y está condenado por su propio juicio”.
Como
hemos visto, en cuanto a discusiones acaloradas, lo prudente es apartarse,
evitar y desechar las contiendas vanas y que no tienen provecho, no prestar
atención a cosas que no pueden edificar ni contribuir en el crecimiento
espiritual del creyente. La Biblia manda enseñar con amabilidad, mansedumbre y
con sana enseñanza (doctrina) si se presta la ocasión de hacerlo y ejercitarse
en la piedad y en las buenas obras que son útiles para todos (entiéndase,
buenas obras por amor a Dios y a los demás; no para ganarse la salvación, léase
Efesios 2:8-10).
En conclusión
Al
contrario de lo que algunos piensan, esto no hace a uno cobarde, sino más
conforme al carácter de nuestro amado SEÑOR, manso y humilde de corazón (Léase Mateo
11:29). Ser sabio y prudente para saber cuándo actuar no es sinónimo de
cobardía; es sinónimo de que el Espíritu Santo está equilibrando nuestra vida
cristiana. En otras palabras: Es un asunto de madurez en Cristo y dominio
propio.
Participar
en las contiendas es contribuir en la desviación de la fe, del amor al prójimo,
de perder a los oyentes (no es lo mismo que creyentes), de dar mal testimonio,
que acarrean pleitos y conducen al pecado. Las Escrituras nos extienden la
exhortación de que tengamos cuidado (incluyéndome) con la sana doctrina de la
Palabra de Dios y usarla bien, tal y como nos ha sido enseñado; de una manera
que nuestro comportamiento refleje al carácter de nuestro SEÑOR y Maestro
Jesucristo y que contribuya en el progreso del Evangelio. Y si hemos
pecado en esto, también somos llamados al arrepentimiento, a pedir la guía de
Dios por medio de Su Santo Espíritu a fin de presentar perfecto a Jesús a todo
hombre; y caminar exponiendo la verdad en amor (Léase Efesios 4:15; Colosenses
1:28).
¡Sólo a Dios la
Gloria!
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Fuente
bibliográfica:
(1)
y (2): ‘DOCTRINAS ESENCIALES Y COMPLEMENTARIAS’ | Hno. Adrían Pasarelli. Fuente
electrónica: http://verdadenamor.wordpress.com/2012/09/01/doctrinas-esenciales-y-complementarias/