1
Juan 2:2 “Él mismo es la propiciación por nuestros pecados, y no sólo por
los nuestros, sino también por los del mundo entero”.
Este
es un texto algo complicado en el sentido de que da a entender que la expiación
de Cristo se extiende a todo el mundo. Bueno, primero definamos qué es la
propiciación, y luego analizamos el contexto de su extensión, si se aplica para
todos sin excepción o no.
El significado de
la propiciación
La
palabra “propiciación” solo se usa pocas veces en el NT en Romanos 3:25; 1 Juan
2:2 y 4:10. En Hebreos 9:5 la palabra griega para “propiciatorio”
(“hilasterion”, alude a la tapa del Arca del Pacto) es la misma para “propiciación”
en Romanos 3:25.
Ahora
bien, la propiciación, en términos sencillos, se refiere a un sacrificio que
apacigua la ira de Dios al satisfacer Su justicia. Un aplacamiento de la Ira
divina. La Ira de Dios es la respuesta de un Dios santo y justo contra el
pecado, y debe ser satisfecha y aplacada.
Ahora,
repasemos: Donde hay ira de Dios, hay pecado, por consecuencia, hay juicio y
sentencia de muerte eterna. Donde la ira de Dios ha sido aplacada y la justicia
de Dios satisfecha por lo que Jesús hizo en la cruz, no hay condenación para
los que están en Cristo Jesús (Léase Romanos 8:1). Antes éramos hijos de ira
(Léase Efesios 2:3), ahora ya no porque se nos concede el perdón de pecados.
Este perdón es dado solo a los elegidos por Dios desde antes de la fundación
del mundo (Léase Efesios 1:3-7).
Pero
la ira de Dios sigue activa para el Día del Juicio para todos aquellos que
rechacen al SEÑOR y Su Evangelio (Léase Juan 3:36; Romanos 1:18; 2:5-6, 8-9). En
otras palabras, el aplacamiento de la Ira divina solo se aplica en los
elegidos, pero sigue activo en los reprobados, en los que serán condenados en
la eternidad. Si la propiciación como tal se aplica a todo el mundo, a todos
sin excepción, eso significa que:
1)
Que nadie estaría bajo la ira ni el juicio de Dios, debido a que Cristo ha
satisfecho sus demandas de justicia para todos sin excepción
2)
Por consecuencia, todo el mundo sería salvo de la condenación eterna sin
excepción
Lo
cual, eso no nos enseña en la Escritura. En primer lugar, porque donde hay
propiciación, hay consecuencias eficaces de ellas, y las mismas solo se aplican
a los que creen. En segundo lugar, habrá juicio contra los impíos:
Apocalipsis
20:11-15 “Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en
él, de cuya presencia huyeron la tierra y el cielo, y no se halló lugar
para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie delante del trono,
y los libro fueron abiertos; y otro libro fue abierto, que es el
libro de la vida, y los muertos fueron juzgados por lo que estaba escrito
en los libros, según sus obras. Y el mar entregó los muertos que estaban en él,
y la Muerte y el Hades entregaron a los muertos que estaban en ellos; y
fueron juzgados, cada uno según sus obras. Y la Muerte y el Hades fueron
arrojados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda: el lago de fuego. Y
el que no se encontraba inscrito en el libro de la vida fue arrojado al
lago de fuego”.
Por
cierto, el Apocalipsis fue escrito por el apóstol Juan.
El significado de
la palabra “mundo”
La
palabra “mundo”, no significa literalmente “todo el mundo sin excepción”. De
hecho, es un hebraísmo (un modismo hebreo) para resaltar importancia exagerada.
Por ejemplo:
Lucas
2:1 “Y aconteció en aquellos días que salió un edicto de César Augusto,
para que se hiciera un censo de todo el mundo habitado”.
Pero
sabemos que no todo el mundo fue censado o que cada persona del mundo fue
censado; no participaron los chinos, los rusos, los mexicas, los incas,
etcétera.
Juan
1:10 “En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por medio de Él, y el mundo no
le conoció”.
La
expresión “el mundo no le conoció” refiere a algunos hombres que no
creyeron en Él. Jesucristo solo se ha dado conocer principalmente al pueblo de
Israel y algunos gentiles; pero no salió del territorio de su país natal. Por
lo tanto “el mundo” no se puede referir a “todos y cada uno”.
Juan
12:19 “Entonces los fariseos se decían unos a otros: ¿Veis que no conseguís
nada? Mirad, todo el mundo se ha ido tras Él”.
Pero,
nuevamente, no toda persona del mundo literalmente ha ido tras Jesús, tal y
como lo afirman los fariseos.
La línea de
pensamiento del autor de 1 Juan
Por
último, la tercera evidencia de que la propiciación es para los elegidos, se
halla en Juan 10:16; 11:51-52 y 1 Juan 4:10. Recordemos que 1 Juan tiene la
misma línea de pensamiento y el mismo autor del Evangelio de Juan; por tanto,
no habla sobre todo el mundo sin excepción, sino de todo el mundo sin
distinción, de creyentes gentiles y judíos, de toda raza, lengua, nación, y
época. Veamos cada una de tres evidencias que he mencionado:
Juan
10:16 “Tengo otras ovejas que no son de este redil; a ésas también me es
necesario traerlas, y oirán mi voz, y serán un rebaño con un solo
pastor”.
En
el contexto, el apóstol Juan confirma que Jesús no solo es el buen Pastor de
las ovejas de Israel, tal como se lo comunica a los judíos, sino también de
otras que no son del redil, es decir, los gentiles, los no judíos, quienes
también serán parte de Su rebaño.
Juan
11:51-52 “Ahora bien, no dijo esto de su propia iniciativa, sino que siendo el
sumo sacerdote ese año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación; y
no sólo por la nación, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que
están esparcidos”.
No
solo se refiere a los judíos que estaban dispersos entre las naciones, sino
también anticipaba la misión a los gentiles. Esto es consistente con los otros
Evangelios y escritos del NT, por ejemplo:
Mateo
24:31 “Y Él enviará a sus ángeles con una gran trompeta y reunirán a
sus escogidos de los cuatro vientos, desde un extremo de los cielos hasta
el otro”.
Marcos
13:27 “Y entonces enviará a los ángeles, y reunirá a sus escogidos de los
cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo”.
Como
resultado del sacrificio, muerte y resurrección de Cristo, tanto judíos como
gentiles fueron juntados en un solo cuerpo, la Iglesia:
Efesios
2:12-20 “Recordad que en ese tiempo estabais separados de Cristo,
excluidos de la ciudadanía de Israel, extraños a los pactos de la
promesa, sin tener esperanza, y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo
Jesús, vosotros, que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido
acercados por la sangre de Cristo. Porque Él mismo es nuestra paz, quien
de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de
separación, aboliendo en su carne la enemistad, la ley
de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en
sí mismo de los dos un nuevo hombre, estableciendo así la paz, y para
reconciliar con Diosa los dos en un cuerpo por medio de la cruz, habiendo
dado muerte en ella a la enemistad. Y vino y anuncio paz a
vosotros que estabais lejos, y paz a los que estaban cerca; porque por
medio de Él los unos y los otros tenemos nuestra entrada al
Padre en un mismo Espíritu. Así pues, ya no sois extraños ni extranjeros,
sino que sois conciudadanos de los santos y sois de la familia de
Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y
profetas, siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular”.
Por
último, la siguiente evidencia:
1
Juan 4:10 “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos
amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros y envió a su
Hijo como propiciación por nuestros pecados”.
El
mismo apóstol Juan nos da la interpretación del contexto que le sigue:
1
Juan 4:11-13 “Amados, si Dios así nos amó, también nosotros debemos amarnos
unos a otros. A Dios nadie le ha visto jamás. Si nos amamos unos a otros,
Dios permanece en nosotros y su amor se perfecciona en nosotros. En esto
sabemos que permanecemos en Él y Él en nosotros: en que nos ha dado de su
Espíritu”.
Es
decir, el apóstol Juan nos afirma que si Dios nos ha amado de tal manera que
dio a Su propio Hijo en propiciación (aplacamiento de la Ira) por nuestros
pecados, en consecuencia, si somos hijos de Dios; hemos de amar a nuestros
hermanos. Es una consecuencia y evidencia activas, no pasivas. El amor de unos
a otros es evidencia de que Dios permanece en nosotros por medio del Espíritu
Santo. Por tanto, el amor y la dádiva del Espíritu Santo solo son dados a
aquellos que creen en Jesucristo (Léase Romanos 8:9, 14-16). En otras palabras,
la propiciación solo aplica a los elegidos y creyentes en Jesucristo.
En conclusión
Entonces,
el apóstol Juan confirma en su línea de pensamiento que no habla de todo el
mundo sin distinción de ninguna clase, de raza, lengua, nación o época. Aun si
estamos en desacuerdo, lo importante es recalcar que Cristo murió por los
pecadores, y Él ofrece salvación por gracia a todos aquellos que crean en Él y
se arrepienten de sus pecados.
¡Sólo a Dios la
Gloria!