Salmo
24:1 “Del SEÑOR es la tierra y todo lo que hay en ella; el mundo y los que en
él habitan” (LBLA).
Salmo
24:1 “De Jehová es la tierra y su plenitud, el mundo, y los que en él habitan”
(RV60).
En
este sencillo versículo el Rey David, autor del salmo, nos enseña que hay tres
cosas que son propiedad de Dios:
1)
El mundo o la tierra
2)
Su plenitud o todo lo que hay en ella (comparten mismo significado)
3)
Sus habitantes
En
otras palabras, todo lo que hay en este universo, sea el mundo microscópico o
el mundo macroscópico, el visible e invisible, lo que está en los cielos, en la
tierra y debajo de ella; en fin, toda la Creación es propiedad absoluta y
exclusiva de Dios; y no hay nada en ella que no lleve Su firma, Su nombre y Sus
derechos de Autor.
Lo
que implica que aun nuestra vida, salud, tiempo, trabajo, estudios, matrimonio,
familia, hijos, posición económica, bienes materiales, el ministerio y la
salvación por gracia vienen de la mano generosa y misericordiosa del SEÑOR
(Léase Mateo 6:25-34).
Y
también implica que nosotros somos llamados y tenemos la responsabilidad de ser
fieles administradores de los bienes que hemos recibido o se nos ha sido
confiados. Así como el propósito de Dios para el hombre, Adán, era que él
guardase y cuidase la tierra del Huerto del Edén (Léase Génesis 2:15); así
mismo nosotros hemos de cuidar y respetar Su Creación con plena diligencia y de
acuerdo al propósito por el cual ha sido hecha.
En
el tema de las ofrendas, damos por generosidad y con alegría aquello que hemos
recibido de Su mano, según lo que se ha propuesto nuestros corazones; pues con
gratitud eterna reconocemos Su fidelidad, Su misericordia y Su sustento (Léase
1 Crónicas 29:14; Lamentaciones 3:22-23; 2 Corintios 9:7). Ofrendamos por amor
y cuidado de Su iglesia, velando por sus necesidades y contribuyendo en el
progreso del Evangelio. Todo esto con miras a que el Nombre del SEÑOR
Jesucristo sea glorificado en todos los confines de la Tierra:
Romanos
11:36 “Porque de Él, por Él y para El son todas las cosas. A Él sea la gloria
para siempre. Amén”.
¡Solo
a Él la Gloria!
[Una
mini-enseñanza compartida el tiempo previo para la dedicación de las ofrendas]