Pues
bien, sabemos que la Biblia dice que nosotros no tenemos porqué buscar las
cosas del mundo, ni amar al mundo:
1
Juan 2:15 “No améis al mundo, NI LAS COSAS QUE ESTÁN EN EL MUNDO. Si alguno ama
al mundo, el amor del Padre no está en él” (Mayúscula añadida).
Aquí
la expresión “cosas”, es en un sentido general, que inclusive puede implicar
también los instrumentos de adoración o cantos que no edifican ni glorifican a
Dios.
Ahora,
si hemos nacido de nuevo, es muy factible que busquemos adorar a Dios en
Espíritu y en verdad porque Dios busca a tales adoradores:
Juan
4:23 “Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán
al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores
busca que le adoren”.
Esto
implica no solo en pensamientos, obras o aclamaciones, también respecto a la
música y el canto, pues tenemos esa tendencia de mostrar adoración a Dios por
medio de ellas. Por lo tanto, la tendencia del adorador verdadero y creyente
será buscar y dar la gloria a Dios en Cristo Jesús:
Romanos
11:36 “Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la
gloria por los siglos. Amén”.
Y
si ya tengo conocimiento de esto, entonces, no puedo retroceder a nada.
Respecto
a escuchar la música que NO es mala, bueno, esto en apariencia supone que no
sea malo, aun cuando no sea para inducirnos al pecado, que no posea una letra
cuyo contenido tiende al Humanismo y no desvíe la atención en el verdadero
centro de adoración que es Cristo mismo.
Por
ejemplo, hay canciones que contribuyen o exaltan los valores o virtudes como el
amor a la familia, la paz, la misericordia, etcétera. Pregunta: ¿Por qué se
escriben tales canciones en un mundo tan corrupto? Eso es porque tenemos la
imagen y semejanza de Dios que describe tales atributos; claro, en un nivel
claramente corrompido por el pecado (Léase Génesis 1:26-27; Santiago 3:9;
Romanos 5:12, 19).
Los
seres humanos tenemos una luz al respecto del bien, un bien de Dios (Léase
Salmo 16:2; Santiago 1:17), aunque estemos siempre inclinados al mal y somos
ser injustos (Léase Romanos 3:9-18; Génesis 6:5), este bien, derivado de la
imagen de Dios, se proyecta y se trasluce en las canciones. En dicho sentido:
¡Qué bueno que se reconozcan las virtudes y lo bueno; y que se promueva lo
bueno o hacer el bien! Sabemos que las buenas obras no salvan ni nos justifican
delante de Dios, pero es mucho mejor y beneficiosos promover y hacer el bien
(Léase Deuteronomio 6:18a, 12:28; Romanos 3:20, 28).
PERO…
Por otro lado, el problema radica en que dichas canciones, aunque no sean
malas, y cuyo contenido busca el bien, NO GLORIFICAN A DIOS NI ESTÁN ENFOCADAS
EN ÉL. Y todo lo que no glorifica a Dios puede tomarse en cuenta como
pecado:
Romanos
1:21 “Pues habiendo conocido a Dios, NO LE GLORIFICARON COMO A DIOS, NI LE
DIERON GRACIAS, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio
corazón fue entenebrecido” (Mayúscula añadida).
Por
eso el apóstol Pablo nos exhorta a dar la gloria a Dios en todo y cuando
hacemos algo, sea lo que sea:
1
Corintios 10:31 “Si, pues, coméis o bebéis, O HACÉIS OTRA COSA, HACEDLO TODO
PARA LA GLORIA DE DIOS” (Mayúscula añadida).
Así
que en conclusión, esto queda a la conciencia del creyente.
¡Solo a Dios la
Gloria!