[Exhortación breve que
se comparte en el tiempo previo a la dedicación de las ofrendas]
Esdras
3:9-11 “Entonces Jesúa con sus hijos y sus hermanos, Cadmiel con sus
hijos, los hijos de Judá y los hijos de Henadad con sus
hijos y sus hermanos los levitas, se presentaron todos a una para
dirigir a los obreros en la casa de Dios. Cuando los albañiles terminaron
de echar los cimientos del templo del SEÑOR, se presentaron los
sacerdotes en sus vestiduras, con trompetas, y los levitas, hijos de Asaf,
con címbalos, para alabar al SEÑOR conforme a las instrucciones del
rey David de Israel. Y cantaban, alabando y dando gracias al SEÑOR:
Porque Él es bueno, porque para siempre es su misericordia sobre Israel. Y todo
el pueblo aclamaba a gran voz alabando al SEÑOR porque se habían
echado los cimientos de la casa del SEÑOR”.
El
contexto: Luego del cautiverio de Babilonia, un tiempo en el que el pueblo de
Dios había sido expulsado de la tierra de Israel por causa de su pecado de
idolatría; ahora un remanente está de nuevo en Jerusalén para edificar el
templo. Y en el proceso de reedificar el Templo de Salomón, los sacerdotes
dirigieron la construcción con los obreros. Mientras edificaban la casa del
SEÑOR, ellos alababan a Dios. Lo que nos enseña que edificar la casa de Dios
constituye un acto de adoración al SEÑOR.
Como
aplicación: Nosotros edificamos con nuestro servicio, nuestro tiempo, nuestras
oraciones, compartiendo la Palabra y el Evangelio, ayudando en las necesidades
de los nuestros; exhortándonos unos a otros, etcétera; todo esto contribuye
para la edificación de la Iglesia. Lo mismo confirma el apóstol Pablo:
Ahora bien, no necesariamente que en estas cosas estemos
elevando un canto de alabanza con nuestros labios de una forma muy literal;
pero sí mantener en todo momento una constante actitud de adoración a Dios en
nuestros corazones.
1
Corintios 14:26 “¿Qué hay que hacer, pues, hermanos? Cuando os
reunís, cada cual aporte salmo, enseñanza, revelación, lenguas o interpretación.
Que todo se haga para edificación”.
Esto
incluye, por supuesto, nuestras ofrendas. De hecho, en el vers. 7 nos dice:
Esdras
3:7 “Entonces dieron dinero a los canteros y a los carpinteros, y alimento,
bebida y aceite a los sidonios y a los tirios para que trajeran madera de
cedro desde el Líbano por mar hasta Jope, conforme al permiso que tenían
de Ciro, rey de Persia”.
Toda
esa materia prima era necesaria para edificar el templo; de igual modo, las
ofrendas son necesarias para edificar la Iglesia y cubrir sus necesidades
básicas (como el pago de la factura del servicio de luz, agua, renta del local,
materiales didácticos, etcétera); a fin de que el avance del evangelio sea cada
más y más patente.
¿Por
qué hacemos esto? Bien lo dice el vers. 11:
Esdras
3:11 “Porque Él es bueno, porque para siempre es su misericordia sobre Israel”.
El
SEÑOR no nos debe nada; al contrario: Todo nos ha sido dado por gracia,
incluyendo nuestra salvación, la gracia para vivir la vida cristiana y Su
provisión diaria; y como dice el Rey David: “De lo recibido de Su mano, se lo
damos” (1 Crónicas 29:14).
¡Sólo a Dios la Gloria!