Una
de las lecciones que aprendí hace casi un año con mi maestro de estudio
bíblico, es la siguiente: “Hay un significado en el texto bíblico, pero muchas
aplicaciones”. En otras palabras, no confundir el significado original con la
aplicación. Me llamó mucho la atención esto. Me explico con un ejemplo:
Sabemos
que la parábola del Buen Samaritano (Léase Lucas 10:25-37) está relacionado con
la pregunta de un intérprete de la ley hecha a Jesús, sobre cómo heredar la
vida eterna. Jesús le contesta con otra pregunta: ¿Qué dice la Ley?, a lo que
el intérprete lo resume: “Amar a Dios y al prójimo”. Basado en lo anterior, el
Maestro comienza a narrar una parábola para ilustrar lo que la Ley enseña con
el amor como su fundamento y finaliza: “Haz tú lo mismo”. Claro, nadie puede
cumplir la Ley y lo que hace Jesús es exponerle al intérprete su incapacidad de
cumplirla (Por las obras de la Ley nadie puede ser justificado, por tanto no
puede heredar la vida eterna; Romanos 3:10-12, 20). En los Evangelios, Jesús enfatiza
mucho el hacer misericordia, el amor por sobre el legalismo estricto, pues Él
es muestra del amor de Dios cuando se ofreció como sacrificio por nuestros
pecados en una cruz.
Sin
embargo, un predicador puede aplicar esta parábola en un sermón sobre las
ofrendas para ilustrar la importancia de invertir tiempo, dinero y recursos por
amor al prójimo. Por ejemplo: El samaritano toma unas vendas, aceite y vino
para las heridas del judío asaltado; además paga por adelantado al mesonero
para que cuide del herido y si gasta demás; volverá para cubrir dichos gastos.
Del mismo modo empleamos nuestros recursos para contribuir en el progreso del
Evangelio: Folletos evangelísticos, material para escuela dominical, Biblias
para nuevos creyentes, ofrendas monetarias o despensas alimenticias para los
necesitados, etcétera.
Siempre
será importante aclarar el sentido original del texto. Por otra parte, las
aplicaciones no son malas (el abuso de ellas sin contexto sí lo es); pues es
sorprendente cómo la Biblia tiene una fuente inagotable de riquezas en ella.
¡Sólo
a Dios la Gloria!