“¿Existieron
Adán y Eva?”… Hace un par de años la dueña de un cibercafé me preguntó esto. A
algunos les cuesta trabajo creer en esto; otros encajonan su existencia como
una fábula. Pero si nos detenemos a pensar en las implicaciones de los primeros
padres de la humanidad; es la respuesta más lógica para otra pregunta: “¿Por
qué el ser humano es cómo es?”. Me explico. Sin la existencia de Adán
y Eva y la historia de su caída, no podríamos explicar el origen del
pecado. La manifestación del pecado en el ser humano es lo que da respuesta al
“¿Por qué hay tanta maldad en los hombres?” y al “¿Por qué somos como somos?”:
Violencia, guerra, envidia, codicia, infidelidad, homosexualidad, ambición,
degeneración sexual, etcétera. Todas estas cosas salen del corazón del hombre y
se deleita en ello, tal como lo afirma entre las enseñanzas del SEÑOR Jesús.
Además, nuestra experiencia diaria confirma nuestra propia tendencia a pecar
contra Dios y contra otros (Léase Mateo 15:19-20; Romanos 1:18-32; Gálatas
5:19-21).
La
Palabra de Dios es muy clara al decir que el pecado entró por un hombre, Adán,
y los sucesos se remontan a Génesis 3, cuando quebrantó el mandamiento de Dios
de no comer el fruto del Árbol del conocimiento del bien y del mal. A partir de
ahí, la humanidad es también imagen y semejanza de Adán, empezando con Set, su
hijo y en Adán somos constituidos pecadores y muertos espirituales. De esta
manera, el pecado infestó a sus descendientes; prueba de ello tenemos el
registro bíblico de Caín matando a Abel, la humanidad que se corrompe en los tiempos
antes del Diluvio, una nueva generación tratando de construir la Torre de Babel
para desafiar a Dios, y así un largo etcétera (cada caso con su juicio).
Además, el pecado también afectó a toda la Creación, dio origen a la muerte y a
la condenación eterna (Léase Génesis 3; 4:1-12; 5:3; 6:1-7; 11:1-9; Romanos
3:23; 5:12, 19; 6:23; Efesios 2:1-3).
Lo
curioso es que también tenemos esa tendencia a culpar a Dios de nuestros
propios problemas; cuando en realidad nuestro problema principal es que no
reconocemos que el mundo es como es por causa del pecado que mora en nosotros y
cuyo modo de vivir somos responsables. Por tanto, somos dignos de la ira y
justo juicio de Dios (Léase Mateo 7:13-23; 13:24-30, 36-43; Romanos 1:18-21;
2:1-16; Efesios 2:3; 1 Timoteo 1:8-11; Apocalipsis 19:15; 20:11-15).
En
conclusión: Si se niega la existencia de Adán y Eva ¿Cómo explicar la maldad en
el mundo? ¿Cómo explicar lo que somos? Ni la filosofía, ni la psicología, ni
las ciencias exactas podrían responder con satisfacción estas preguntas. Sólo
la Palabra de Dios nos explica la realidad de lo que somos: Pecadores. Como
bien dijo el Dr. Gerald Nyenhuis: “Lo que Dios dice o piensa acerca de algo, es
la verdad de ese algo”.
Gracias
a Dios hay una solución para nulificar los efectos del pecado. Él, desde antes
de la fundación del mundo, elaboró un plan eterno de Salvación por medio de
Jesucristo y Su obra en la cruz. Los actos misericordiosos de Dios tienen Su
cumplimiento en Él y por medio del mensaje del Evangelio, que es poder de
salvación para todo aquél que cree. Y el que en Él cree, tiene vida eterna y la
esperanza de que Dios traerá fin a tanta maldad y sufrimiento por causa del
pecado; cuando establezca Su Reino con Su Hijo Amado. Y todo para alabanza de
la gloria de Su gracia (Léase Isaías 2:1-4; 53:3-12; Marcos 1:14-15; Juan 1:29;
3:16, 36; 5:24; Romanos 1:16; 5:8; 1 Corintios 1:21; 15:1-8; 2 Corintios 5:17,
21; Efesios 1:3-14; Colosenses 1:15-20; 1 Tesalonicenses 5:9; 1 Pedro 1:18-21;
Apocalipsis 21-22).
¡Bendita
y gloria gracia en Cristo Jesús!
¡Solo a Dios la
Gloria!
Nota: Por favor, compare las citas de esta
nota con su Biblia.