sábado, 6 de julio de 2013

SI HAS PECADO ¿A DÓNDE IRÍAS TÚ?

Cuando uno está en medio de los errores propios y de pagar la consecuencia de nuestros pecados, y el peso de ellos taladra nuestros corazones (si somos nacidos de nuevo, procederemos al genuino arrepentimiento); o ha sido tan grave nuestro pecado que, en apariencia, pareciera que no puede ser remediado por causa de que nuestra suma tristeza nos recalca el haber herido o asumido rebelión contra Aquel a quien nos tomó como Sus hijos por la mediación de Cristo, y no somos ni nos sentimos dignos de mirarle a la cara.... Uno se pregunta: ¿Adónde ir? 

¿Al mundo? No, nada bueno viene de ahí. 

¿A las tinieblas? No, porque si hemos sido trasladados al reino del Amado Hijo, ya nadie retrocede a la potestad anterior. 

¿Al ateísmo? No, porque sabemos que Dios existe y gobierna sobre todas las cosas. 

¿A otro sistema religioso? Si solo hay una verdad absoluta e inalterable que se halla en el SEÑOR Jesucristo. 

¿A la muerte por mano propia? Tampoco, porque es atentar contra el Templo de Dios, su morada escogida. 

¿A uno mismo? No, porque es maldición confiar en el hombre y en un corazón engañoso. 

Entonces, ¿Qué nos queda? 

Juan 6:67-69 “Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros? Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”.

Al final de todo, nos damos cuenta, que no hay otro lugar adonde ir, sino con Dios, sino con Cristo quién nos ha redimido para sí y cuya expiación ha sido suficiente. Es irónico, pero aun en medio de tantas cosas sin sentido en esta vida, Él no deja ser nuestra esperanza de Gloria y de Vida eterna, la confianza en Su soberanía y en Su misericordia. Abandonar esta esperanza, dejar de mirarla, desistir de poner los ojos en el Autor y Consumador de la fe, y de Su gracia capacitadora, es el peor de todos los suplicios que puede haber en esta vida...

¡Qué mejor rendirnos al Dios Misericordioso y Soberano en sus pies y adorarle sobre todas las cosas!

Salmo 51:17 "Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios".

1 Juan 1:9 “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”.

¡Cristo! ¡y solo Cristo!

“Por cada mirada a tus pecados, mira diez veces a Cristo”, dijo Robert Murray McCheyne. 

¡Solo a Dios la Gloria!