sábado, 25 de enero de 2014

LAS BENDICIONES EN CRISTO

Efesios 1:3-4 “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en El antes de la fundación del mundo, para que fuéramos santos y sin mancha delante de Él” (LBLA).

El apóstol Pablo nos enseña que hay otra clase de bendiciones superiores a las terrenales y a las comodidades que podamos tener en este mundo: Las espirituales. ¿Cómo cuáles? Solo en el contexto del primer capítulo (los vers. 1 al 15) nos dice cómo seriamos bendecidos por medio de Cristo:

• Nuestra unión con Cristo (3, 7, 12, 13).
• Ser parte de la elección divina por gracia (vers. 4).
• Apartarnos para ser hechos santos en Él (vers. 4)
• Predestinados para ser hijos de Dios (vers. 5).
• Impartición de Su gracia abundante (vers. 6 y 7).
• Redención en Su sangre (vers. 7).
• Perdón de pecados (vers. 7).
• El don sabiduría y discernimiento para conocer Su voluntad (vers. 8 y 9).
• Ser reunido con Cristo al final de los tiempos (vers. 10).
• Ser herederos (vers. 11).
• Ser nosotros causa de alabanza para Su gloria (vers. 12).
• Ser salvados por medio del Evangelio (vers. 13).
• Ser sellados con el Espíritu Santo como garantía de nuestra herencia (vers. 13-14).
• La espera de la redención de nuestro cuerpo (vers. 15).

Y en todas estas cosas, Dios en Cristo las hace para alabanza de la gloria de Su gracia (vers. 6 y 12). Y eso que no hemos tocado la justificación (Romanos 5:1-2), la vida eterna (Juan 5:24), la resurrección (Apocalipsis 20:6), la glorificación (Romanos 8:17), el poder para vencer el pecado y hacer morir las obras de la carne (Romanos 8:11-13), el consuelo en las tribulaciones (2 Corintios 1:3), la sabiduría de Dios (Santiago 1:5), ser ricos en fe (Santiago 2:5) y de Su gracia (Efesios 2:7), herederos del reino (Santiago 2:5), gracia para nuestras debilidades (2 Corintios 12:9-10), el fruto del Espíritu Santo (Gálatas 5:22-23), los cielos nuevos y tierra nueva (Apocalipsis 21-22); etcétera.

¡Cuántos dones de Dios que no merecemos y a están a nuestra disposición por pura gracia! 

¡Sólo a Dios la Gloria!