EL CONTEXTO HISTÓRICO Y CULTURAL
Aspectos básicos del aceite
El uso del aceite
tenía los siguientes propósitos, según la costumbre judía [1]:
Del idioma hebreo
«suk», «ungir el cuerpo después del aseo», similar al el idioma griego
«aleiphõ» en el NT, se usa
comúnmente de la práctica entre los orientales de ungir el cuerpo, o sus
partes, para comodidad,
presencia, amistad, medicación u honras funerarias:
Para el aseo
ordinario (Léase Rut 3:3; 2 Samuel 12:20; 2 Crónicas 28:15; Mateo 6:17).
Su descuido era
señal de duelo (Léase 2 Samuel 14:2; Daniel 10:3).
Como acto de
cortesía (Léase Lucas 7:46; Juan 12:3).
También se ungía a
los enfermos (Léase Marcos 6:13; Santiago 5:14) y a los cadáveres (Léase Marcos 14:8;
16:1).
Uno de los castigos
de Israel iba a ser que los olivos no darían aceite para la unción (Léase Deuteronomio 28:40;
Miqueas 6:15).
Del idioma hebreo
«mashach», y del griego «chrinõ» o «criõ», «extender, ungir» para un cargo»:
Se ungían los reyes:
Saúl, David, Salomón, Joás, Jehú y Hazael son ejemplos de ello.
También eran ungidos
los profetas (Léase Salmos 105:15; 1 Reyes 19:16).
Para la unción de
los sacerdotes se empleaba un aceite especial preparado según las instrucciones
divinas (Léase Éxodo 30:30; 40:13).
Con este mismo
aceite fueron ungidos el tabernáculo y sus utensilios (Léase Éxodo 40:9, 10).
La ofrenda de flor
de harina era amasada con aceite (Léase Levítico 2:1, 4), tipo de la humanidad pura del
Señor Jesús y de su sellamiento por el Espíritu Santo. El leproso sanado era ungido
con aceite (Léase Levítico 14:17, 18).
Otros usos del
aceite
A menos que se
indique ungüentos u óleos cosméticos (Léase Rut 3:3; 2 Samuel 14:2; Salmo 104:5), u óleo de
mirra (Léase Ester 2:12), en las demás referencias bíblicas al aceite se
entiende el producto que se
extrae del fruto del olivo. La abundancia de olivos (―Olea europea‖) en la
antigua Palestina permitió
un floreciente comercio con Tiro y Egipto. Salomón proveyó grandes cantidades de aceite
a Hiram como parte de pago por la construcción del templo (1 Reyes 5:11; Ezequiel 27:17),
mientras que Egipto importaba considerables cantidades de aceite palestino (compárese Oseas
12:1), debido a que el clima egipcio no permite un efectivo culto del olivo.
Como elemento
importante de las ceremonias religiosas, el aceite ocupaba un lugar prominente entre las primicias
que se ofrecían (Léase Éxodo 22:29), y estaba, también, sujeto al diezmo (Léase
4 Deuteronomio 12:17).
Las ofrendas de harina frecuentemente se mezclaban con aceite (Léase Levítico 8:26;
Números 7:19), y la lámpara del santuario (Léase Éxodo 25:6) se llenaba con
aceite recién prensado
(Léase Levítico 24:2). Se empleaba aceite ceremonialmente en la consagración de los sacerdotes
(Léase Éxodo 29:2), en la purificación de los leprosos (Léase Levítico 14:10
–18), durante los
sacrificios diarios (Léase Éxodo 29:40), y al completarse el voto del nazareo
(Léase Números 6:15). Pero
en ciertas ceremonias no se empleaba el aceite, por ejemplo en la ofrenda por los celos (Léase
Número 5:15) y en la ofrenda por el pecado (Léase Levítico 5:11).
Se usaba mucho el
aceite de oliva en la preparación de alimentos, y reemplazaba la mantequilla en la cocina (Léase
1 Reyes 17:12–16). Un uso igualmente popular en la esfera doméstica era como combustible
para las pequeñas lámparas que abundaron desde épocas primitivas en Palestina. Tanto las
portátiles como las de otros tipos tenían generalmente una muesca en el borde en la que se
ponía una mecha de lino o cáñamo (Léase Isaías 42:3). Al llenar la lámpara con aceite de oliva, la
mecha producía una llama estable hasta que se terminaba el combustible. Era costumbre en la
época del NT, que quien llevaba estas lámparas se prendiera en un dedo un pequeño recipiente
de aceite de oliva por medio de un cordel. Si era necesario volver a cargar la lámpara en cualquier
momento se disponía así de una reserva de aceite (compárese Mateo 25:1–13).
Aparte de su uso en
la consagración de los sacerdotes (Léase Éxodo. 29:2), el aceite era un importante elemento
ritual en el reconocimiento ceremonial del rango monárquico (Léase 1 Samuel 10:1; 2 Reyes
1:39).
En la época del AT
se producía aceite de oliva empleando majaderos o morteros (Léase Éxodo 27:20), o moliendo
las aceitunas en una prensa de piedra. En las excavaciones llevadas a cabo en Taanac, Meguido y
Jerusalén se han encontrado prensas cavadas en la roca viva. Un gran rodillo de piedra accionado
por dos personas trituraba las aceitunas hasta convertirlas en pulpa, la que luego se pisaba
(Léase Deuteronomio 33:24) o se sometía a prensamiento adicional. Una vez quitadas las
impurezas, el aceite estaba listo para usar. El huerto de Getsemaní
(―gat_sûemen‖,‗prensa de aceite‘)
recibió este nombre por las prensas de piedra colocadas allí para sacar aceite
de las aceitunas que se
cosechaban en el monte de los Olivos.
Comúnmente se
empleaba aceite para ungir el cuerpo después de un baño (Léase Rut 3:3; 2 Samuel 12:20), o
como parte de alguna ocasión festiva (compárese Salmo 23:5). En el Egipto antiguo un sirviente
generalmente ungía la cabeza de cada huésped a medida que tomaban su lugar en la fiesta.
El ungimiento de los enfermos (Léase Santiago 5:14) en la época del NT se había convertido en
un rito casi sacramental. Josefo registra como peculiaridad de los esenios el que no se ungían con
aceite, por considerar que el hacerlo los volvía ―impuros‖ (Léase Guerras de los judíos 2:123).
La presencia del
aceite simbolizaba alegría (Léase Isaías 61:3), mientras que su ausencia
indicaba pena o humillación
(Léase Joel 1:10). En forma similar, se empleaba el aceite como imagen de bienestar, alimento
espiritual o prosperidad (Léase Deuteronomio 33:24; Job 29:6; Salmo 45:7) [2].
El uso específico
del aceite para fines medicinales
Desde la antigüedad
es común en la cultura judía que la unción con aceite fue una de sus costumbres. Era muy
apreciado por ellos (Léase Proverbios 27:9 y Amós 6:6). Dentro del marco bíblico, y del
contexto cultural judío, el aceite era usado como:
Refrescante para el
cuerpo (Léase 2 Crónicas 28.15).
Ungüento medicinal
(Léase Marcos 6.13; Santiago 5.14)
Para sanar heridas
(Léase Isaías 1.6; Lucas 10.34).
Analicemos algunos
de estos y otros versículos sobre el uso del aceite para ungir con propósitos medicinales:
Salmo 92:10 ―Pero tú
aumentarás mis fuerzas como las del búfalo; seré ungido con aceite fresco‖ (Subrayado añadido).
Este pasaje
demuestra que el aceite era un refrescante para el cansancio muscular, es
decir; con el fin de restablecer
fuerzas.
Isaías 1:6 ―Desde la
planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y
podrida llaga; no están
curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite‖ (Subrayado añadido).
En este versículo es
claro que lo que no fue suavizado con aceite fue desde la planta del pie hasta la cabeza.
Lucas 10:34 ―y
acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su
cabalgadura, lo llevó al mesón, y
cuidó de él‖ (Subrayado añadido).
Este texto bíblico
proviene de la ―Parábola del Buen Samaritano‖ (Léase Lucas 10:25-37), en el que se relata que un
samaritano recoge a un hombre herido, quien cayó en manos de unos ladrones.
Cabe notar que esta
parábola es un reflejo de la sociedad judía en cuanto al uso del aceite sobre las heridas.
Como medicamento se
empleaba el aceite de oliva tanto en forma interna como externa. Sus cualidades
emolientes y protectoras hacían que fuera un remedio valioso para los
desórdenes gástricos; también
se conocían en la antigüedad sus propiedades como laxante suave [3].
Plinio el Viejo, en
el Siglo I (El tiempo de la iglesia primitiva), ya empleaba las hojas de olivo (solas o mezcladas
con aceite o miel) para cicatrizar úlceras, y el aceite contra la fiebre, el cansancio muscular y
las convulsiones tetánicas. El aceite de oliva es un gran impedimento para la oxidación
celular, por lo que contribuye a prevenir muchas enfermedades e, incluso, la
vejez prematura [4].
Ahora, en el
contexto de la epístola de Santiago se dirige a creyentes judíos que
probablemente padecían persecución
bajo Herodes Agripa I (Léase Hechos 7:31-34; ca. 44 d.C.), lo que alude a que posiblemente que
hayan padecido heridas por causa del evangelio. La prueba interna está en el primer capítulo
de esta epístola. Además en ese tiempo era común las amenazas de muerte, los asaltos, los ataques
de fieras salvajes, los apedreamientos, azotes, prisiones, etcétera (Léase
Lucas 10:30; Hechos
7:58-60, 12:1-5, 14:19; 2 Corintios 11:22-33; Filipenses 2:25-27).
Continuaremos la segunda parte en la próxima entrega. Por lo pronto:
¡Sólo a Dios la Gloria!
Continúa con la: | 2da. Parte |
Nota: Antes de realizar cualquier comentario, criterio, réplica o contra-argumento, se les pide de favor que lean toda la serie completa. Muchas gracias por su comprensión.
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Notas bibliográficas:
[1] ―DICCIONARIO BÍBLICO CARIBE‖, pág. 970-971.
[2] y [3] ―NUEVO DICCIONARIO BÍBLICO CERTEZA‖ versión para E-Sword
[4] – Fuente electrónica: http://www.sabor-artesano.com/aceite-oliva-salud.htm