domingo, 14 de septiembre de 2014

DELEITÁNDOSE EN EL DIOS SANTO (Salmo 37:4) | 3era. Parte

En las entradas anteriores hemos estudiado acerca de lo que es poner nuestra delicia en el SEÑOR del Salmo 37:4: 

(1) La raíz hebrea de la palabra "Delicia" o "Deleite" posee el sentido de ser moldeado por Él, dejándose influir, persuadir y convencer por Él. Con la revelación progresiva de las Escrituras, ese proceso de modelado tiene como meta el ser semejantes a Cristo a pesar de las circunstancias.

(2)  De esta manera, al ser moldeados a la imagen de Jesús, sabremos cómo hacer peticiones alineadas a la voluntad de Dios, con la intercesión del Espíritu Santo y de la Palabra de Dios.  

No olvidemos que el contexto del salmo del Rey David radica sobre la reflexión del sufrimiento de los que andan en los caminos del SEÑOR. Esto nos enseña que, a pesar de las tribulaciones y dificultades, Dios sigue obrando, trabajando y puliendo en nosotros. 

En esta ocasión vamos a estudiar una última consideración importante: Dios se deleita al moldearnos como Su Hijo. 

jueves, 11 de septiembre de 2014

¿A QUIÉN IREMOS?...

Juan 6:66-68 “Como resultado de esto muchos de sus discípulos se apartaron y ya no andaban con Él.  Entonces Jesús dijo a los doce: ¿Acaso queréis vosotros iros también? Simón Pedro le respondió: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna”.

En este punto de la narrativa del Evangelio de Juan, Jesús tenía una multitud de personas que alegaban ser Sus discípulos. Se reunían con Él donde fuere posible para escuchar Su mensaje y Su doctrina, tan distintas de las que enseñaban los Escribas y Maestros de la Ley. Pero cuando el mensaje de Jesús confrontaba directamente el estado real del corazón de cada uno de ellos, su pecado y su maldad, muchos le dieron la espalda para no seguirle más. Aquí vemos cómo nuestro SEÑOR desafía a los doce, a sus más íntimos: “¿Ustedes también quieren dejarme? ¿Realmente creen en Mí y en lo que les he enseñado acerca de Dios o han vacilado en sus corazones?…”. Podemos imaginar que hubo alguna clase de silencio incómodo. Nadie dijo nada. Mientras Él pregunta estas cosas, veían partir a mucha gente que no quería seguir a Su líder y Maestro. Parecía que muchas de sus esperanzas mesiánicas se habían venido abajo. El apóstol Pedro rompe abruptamente ese silencio y se alza como portavoz de los demás: “SEÑOR, ¿A quién iremos? Si sólo Tú tienes palabras de vida eterna”. De esta declaración podemos extraer algunas verdades cruciales.

martes, 9 de septiembre de 2014

DELEITÁNDOSE EN EL DIOS SANTO (Salmo 37:4) | 2da. Parte

Hemos hablado en nuestro artículo anterior acerca del Salmo 37:4, y sobre qué significa poner nuestra delicia en el SEÑOR. Hemos extraído su raíz hebrea y tiene la idea de ser moldeado por Él, dejándose influir, persuadir y convencer por Él; y a través del contexto de las Escrituras, ese proceso de modelado tiene como meta el ser semejantes a Cristo a pesar de las circunstancias. Ahora continuamos con la siguiente parte de nuestro versículo con relación a las peticiones de nuestro corazón: 

Salmo 37:4 “Pon tu delicia en el Señor, y Él te dará las peticiones de tu corazón”. 

El contexto de este precioso salmo nos refiere a una reflexión que hace el Rey David acerca del sufrimiento de los piadosos.  

lunes, 8 de septiembre de 2014

DELEITÁNDOSE EN EL DIOS SANTO (Salmo 37:4) | 1era. Parte

En nuestro día tras día, existen muchas cosas nos puede provocar deleite. Nosotros concebimos la palabra "deleite" en el sentido de todo aquello que podamos disfrutar. Por ejemplo: El deleite de compartir un momento especial con los hijos, cuando son niños, y piden a su padre que actúe como el héroe de sus sueños. El deleite de la madre que recibe, con lágrimas, una humilde flor de parte de una niña. O el deleite que surge entre un hombre y una mujer que se aman a pesar de los tiempos difíciles y de las carencias económicas. O el simple deleite de saborear un helado de chocolate. Mucho de lo que llamamos “deleite”, lo asociamos con el tiempo en que disfrutamos aquellas cosas que nos produce placer o bien, es un término subjetivo y acomodado a nuestras preferencias.