Es
una tarde tranquila, luego de haber asistido felizmente a la reunión de mi
congregación. De regreso a casa, me hallo absorto leyendo un libro muy
interesante de Martyn Lloyd-Jones. De repente, mi mejor amigo entra a mi cuarto
saludándome, pero con una faz algo seria.
–
Tengo una pregunta algo “fuerte” para ti –Me dice él–. Es una duda que tengo y
le he dado muchas vueltas al asunto.
–
Dime –Abandono mi lectura y mis lentes en mi escritorio, me volteo y lo invito
a tomar asiento frente a mí – ¿Qué pasa?
–
Tengo una duda que me viene revoloteando la cabeza –Guarda silencio por un
momento y le animo a que continuara–. Esto es un caso hipotético que me hizo
pensar. Te cuento lo siguiente: Una mujer, años atrás pecó fue fornicaria y
vivió en crudo libertinaje (o también puede aplicarse a un hombre, sea el caso)
y tiempo después, ella oye y cree en el evangelio, se había arrepentido
sinceramente de sus pecados y de su antigua manera de vivir e, incluso, ha dado
evidencia y fruto de haber nacido de nuevo con el paso de los años. Con el
tiempo, conoce a un joven cristiano y ambos deciden formalizar una relación
seria. La pregunta es: A este joven cristiano ¿Le debe importar el pasado de su
nueva pareja?
–
Mmm…
Guardé
silencio por espacio de varios minutos en actitud reflexiva. Es una pregunta
interesante y pido gracia para responder esto.
–
Ok. A ver… –Mis ojos miraban mi Biblia de pastas desgastadas y luego observé
seriamente a mi amigo–. Pregunta 1: ¿Podemos acusar o señalar a alguien por una
causa cualquiera de su pasado, y más si esta persona ha dado fruto digno de
arrepentimiento, y aun cuando ya Cristo la perdonó en la cruz?
–
No, claro que no…
–
Pregunta 2: Si nuestro Dios dijo que en los términos del Nuevo Pacto de Gracia,
ha prometido que NUNCA MÁS SE ACORDARÍA DE SUS PECADOS Y QUE LOS OLVIDARÍA PARA
SIEMPRE, según Hebreos 10:17, ¿Nosotros tenemos derecho de recordarle a esta
persona otra vez su pasado como si nunca fuese perdonada? Y pregunta 3:
¿Estamos en lugar de Dios cuando Él mismo afirma en Su Palabra que el que está
en Cristo, nueva criatura es, las cosas viejas pasaron, he aquí todas son
hechas nuevas (2 Corintios 5:17)?
–
Entiendo tu punto, amigo –Me interrumpe con algo de impaciencia–. Pero…
¿Entonces qué debe hacer este joven con ella? ¿El muchacho no debe recordar lo
que hizo? ¿Nunca debe hablar de ello?
–
Yo no digo que no debe hablar sobre su pasado y esconderlo. El muchacho primero
tiene que cerciorarse que de verdad esta arrepentida y ha cambiado por el poder
de Dios. Es algo que sí se debe platicar antes de formalizar una relación para
cimentar un matrimonio. Debemos hablar la verdad en amor (Efesios 4:15). Es muy
fundamental la comunicación de pareja, por muy trillado que suene. Sería
terrible y muy deshonesto de su parte llegar a la “Luna de miel” y enterarse
muy tarde. Lo que sí estoy diciendo es que si Dios la ha perdonado, y se ella
se ha arrepentido de corazón, no tiene por qué ser impedimento para estar
juntos si realmente hay evidencia de una vida transformada por nuestro SEÑOR
Jesucristo. Y es que la misma evidencia de una conversión radical es un factor
decisivo a la hora de la elección de pareja guiado por nuestro Dios. Sea quien
haya sido en su vida.
–
Entonces, también el joven debe saber olvidar el pasado de su futura esposa
¿No?
–
Más que eso: Debe amarla como Cristo la amó.
–
Claro, claro –Carraspeó–. Entiendo eso, pero me pongo en los zapatos del
hombre. Eso debe ser fuerte… Que la mujer con la que me voy a casar fue
fornicaria… Claro, yo fui peor… –Esto lo dice en lenguaje hipotético, asumiendo
el papel del joven cristiano imaginario del cual estamos hablando. Le di una
palmadita en el hombro.
–
Mi amigo, todos los pecados son graves ante los ojos de Dios, cierto que unos
pueden ser más graves que otros en apariencia, pero todos tienen su castigo y
retribución. Nos aterrorizamos demasiado por el pecado sexual, que ni siquiera
vemos lo que fuimos nosotros en el pasado. Pero ¿Qué me dices del ex
drogadicto, el ex golpeador de mujeres, el ex alcohólico? ¿No pueden casarse
con una mujer si han sido transformados por Cristo y la obra de la cruz? ¿Qué
me dices del que fue alguna vez ladrón, del fornicario, del idólatra y del
borracho…? y todos estos habían sido esto ANTES, más AHORA que nacieron de
nuevo, como dijo el apóstol Pablo: “Y esto erais algunos; mas ya habéis sido
lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre
del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios” (1 Corintios 6:11).
–
¡Eso! Nosotros catalogamos los pecados… –Concluye para sí con mucha certeza–.
Es cierto, es cierto. Ese muchacho no debe meterse en su pasado a modo de
condenar.
–
¡Exacto! Ése es el punto. A veces nosotros tenemos esa pésima tendencia de
darle descalificación de primer a décimo lugar a los pecados y a los pecadores.
“Sí, demos primer lugar de descalificación para el fornicario…”, “Quinto lugar
para el drogadicto…”, “Tercer lugar para el borracho…”, etcétera… ¿Qué es eso?
Para Dios todos somos transgresores de Su Ley, todos tenemos el primer lugar en
descalificación, sea el adultero de corazón como el que peca con acto físico;
sea el que es homicida como el que aborrece a su hermano.
–
Es cierto… Es cierto. ¡Excelente punto amigo! Me digo a mí mismo al meditar en
este caso: “¿Qué te pasa? ¿Tú no has fornicado en tu sucia mente?…”. Me siento
basura.
–
Mira, te mostraré algo –Abro la Biblia y busco el pasaje más significativo que
el SEÑOR me muestra en mi memoria en este instante y le extiendo la página
indicada invitándole a leer–. Aquí está. 1 Timoteo 1:14-15…
–
“Pero la gracia de nuestro Señor fue más abundante con la fe y el amor que es
en Cristo Jesús. Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo
Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el
primero”… ¡Wow! ¡Estoy admirado de esta gracia!
–
Imagínate: El apóstol Pablo es considerado como uno de los más grandes hombres
usados por nuestro Dios y fue un apóstol de nuestro SEÑOR Jesucristo. Pero
antes de eso ¿Qué era? Esto nos dice el contexto: 1 Timoteo 1:12-14 “Doy
gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por
fiel, poniéndome en el ministerio, HABIENDO YO SIDO ANTES BLASFEMO, PERSEGUIDOR
E INJURIADOR; MAS FUI RECIBIDO A MISERICORDIA PORQUE LO HICE POR IGNORANCIA, EN
INCREDULIDAD. PERO LA GRACIA DE NUESTRO SEÑOR FUE MÁS ABUNDANTE CON LA FE Y EL
AMOR QUE ES EN CRISTO JESÚS”. Aquí hay una gran enseñanza: Nosotros no tenemos
derecho a volver a nuestro pasado cuando Dios nos ha perdonado y ha dicho que
lo ha olvidado. La única justificación para sacar a la luz nuestro pasado,
nuestra antigua manera de vivir que veo en este texto paulino, es para
testificar de las inagotables riquezas de la gracia de Dios; para alabanza de
la gloria de Su gracia (Efesios 1:6). Él se compadece de quien quiere
compadecerse y tiene misericordia de quien quiere tener misericordia (Romanos
9:15). Fuera de eso, no hay otro motivo más. Si esta mujer que fue antes
fornicaria, tiene el deber de comunicarle la verdad de su pasado con el joven
con el que ha de formalizar una relación seria y bíblica, pero con la variante
de una actitud de gracias y glorificar al SEÑOR porque la salvó siendo
inmerecida de Su gracia. Entiendo que se ha de aplicar disciplina en una
congregación cuando hay pecado de por medio, pero hablamos específicamente del
caso de nacidos de nuevo que han dado fruto de santidad y que no han agraviado
a la iglesia, entonces, no debemos condenarlos por lo que fueron, pues nosotros
mismos pudimos ser peores. Nuestro SEÑOR dijo: “El que esté libre de pecado,
que tire la primera piedra…” (Juan 8:7), “Lo que Dios limpió, tú no lo llames
común…” (Hechos 10:15) y “Juzgad con justo juicio…” (Juan 7:24). Ninguna
condenación hay para los que están en Cristo Jesús (Romanos 8:1-2). Si yo fuera
el del pasado cruento como libertino antes de ser nacido de nuevo, sé bien que
la mujer que me conozca y será mi ayuda idónea tendrá una muy fuerte impresión.
Y sin embargo tengo la confianza de que nuestro Dios, por pura gracia, me ha
perdonado y está haciendo Su obra de salvación en mí. Sé que será fuerte para
para ella, pero si me ve a los pies de la cruz, ella me amara como Cristo me
amó. Y sé que también yo no merezco tener esa ayuda idónea, y sin embargo, si
es la voluntad de Dios, estaré unida a ella por gracia, siendo los dos uno solo
en Cristo y como nuevas criaturas…
–
¡Amén! Tienes razón. Dios es tan bueno y misericordioso –Él sonríe casi con
lágrimas en los ojos.
–
¡Amén!
–
Gracias, amigo. He comprendido mejor este asunto.
–
Gracias a Dios. Ven, te invito a cenar…
Mi
mejor amigo y yo salimos de cuarto para visitar el refrigerador.
Definitivamente, es un gran día… Por pura gracia. Me acuerdo mucho del
siguiente pasaje, luego de que Dios tuvo a bien a salvarme:
Isaías
43:18-19, 25 “No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las
cosas antiguas. He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la
conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad (…) Yo,
Yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de
tus pecados”.
¡Sólo
a Dios la Gloria!