Es
una tarde tranquila, luego de haber asistido felizmente a la reunión de mi
congregación. De regreso a casa, me hallo absorto leyendo un libro muy
interesante de Martyn Lloyd-Jones. De repente, mi mejor amigo entra a mi cuarto
saludándome, pero con una faz algo seria.
–
Tengo una pregunta algo “fuerte” para ti –Me dice él–. Es una duda que tengo y
le he dado muchas vueltas al asunto.
–
Dime –Abandono mi lectura y mis lentes en mi escritorio, me volteo y lo invito
a tomar asiento frente a mí – ¿Qué pasa?
–
Tengo una duda que me viene revoloteando la cabeza –Guarda silencio por un
momento y le animo a que continuara–. Esto es un caso hipotético que me hizo
pensar. Te cuento lo siguiente: Una mujer, años atrás pecó fue fornicaria y
vivió en crudo libertinaje (o también puede aplicarse a un hombre, sea el caso)
y tiempo después, ella oye y cree en el evangelio, se había arrepentido
sinceramente de sus pecados y de su antigua manera de vivir e, incluso, ha dado
evidencia y fruto de haber nacido de nuevo con el paso de los años. Con el
tiempo, conoce a un joven cristiano y ambos deciden formalizar una relación
seria. La pregunta es: A este joven cristiano ¿Le debe importar el pasado de su
nueva pareja?
–
Mmm…