1
Corintios 15:9-10 “Porque yo soy el más pequeño de los apóstoles, que no soy
digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios. Pero por la
gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo,
antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios
conmigo”.
Esta
es una de las más grandes declaraciones hechas por el apóstol Pablo. Para
muchos de nosotros él es considerado como uno de los más grandes misioneros de
la Historia de la Iglesia, además de apóstol y maestro de los gentiles. Aun con
todos estos reconocimientos, él mismo admite que ninguna de estas labores
provienen de sí mismo, sino que tiene origen en una sola fuente: Dios. Pablo no
creía ser digno de su apostolado porque persiguió a la iglesia de Dios (vers.
9); es la misma declaración que hace en 1 Timoteo 1:12-13:
1
Timoteo 1:12-13 “Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro
Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio, habiendo yo sido
antes blasfemo, perseguidor e injuriador; mas fui recibido a misericordia
porque lo hice por ignorancia, en incredulidad”.
Poco
después, su vida cambió cuando fue hallado por el SEÑOR Jesús en su camino a
Damasco durante su persecución de cristianos (Léase Hechos 9). Inesperadamente,
fue el SEÑOR Jesús quién recluta a la oposición (Todo lo contrario en el caso
de los que ponen así mismos en el ministerio):
Hechos
26:15-18 “Yo entonces dije: ¿Quién eres, Señor? Y el Señor dijo: Yo soy Jesús,
a quien tú persigues. Pero levántate, y ponte sobre tus pies; porque para esto
he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has
visto, y de aquellas en que me apareceré a ti, librándote de tu pueblo, y de
los gentiles, a quienes ahora te envío, para que abras sus ojos, para que se
conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para
que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los
santificados”.
Este
encuentro lo transformó radicalmente, de ser perseguidor a formar parte en la
milicia de la fe.
Ahora
bien, dice el vers. 10 “Por la gracia de Dios…”. ¿Qué es la gracia? La gracia
es el favor inmerecido de parte de Dios pero concedido a un costo muy alto: La
vida de Su propio Hijo Unigénito en la cruz (Léase Efesios 2:5). Él es la
dádiva para nosotros con el fin de que pudiésemos vivir sin ser separados
eternamente de Dios por causa de nuestros pecados (Léase Juan 3:16). Y
reiteramos que es una gracia que viene primeramente de Dios, porque de Él
comienza el evangelio (Léase Romanos 1:1).
Continúa
diciendo el vers. 10 “Por la gracia de Dios soy lo que soy…”. ¿Qué fue lo que
la gracia de Dios hizo de Pablo?
En
primer lugar fue salvo. Nadie puede ejercer un ministerio de parte de Dios sin
antes haber recibido el don de la salvación en Jesucristo:
1
Timoteo 1:14-15 “Pero la gracia de nuestro Señor fue más abundante con la fe y
el amor que es en Cristo Jesús. Palabra fiel y digna de ser recibida por todos:
que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo
soy el primero”.
La
Salvación es por gracia, no por obras, para que nadie se gloríe (Léase Efesios
2:8-9). Y en segundo lugar era un apóstol enviado a cimentar el fundamento de
Jesucristo entre los gentiles:
2
Timoteo 2:10-11 “Pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro
Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la
inmortalidad por el evangelio, del cual yo fui constituido predicador, apóstol
y maestro de los gentiles”.
Y
enfatizo lo siguiente del vers. 10: “Y su gracia no ha sido en vano…”. Esta
afirmación es poderosa en extremo. Significa que es una gracia capacitadora y
eficiente, porque “no es vano”.
Colosenses
1:28-29 “A quien anunciamos (Jesús), amonestando a todo hombre, y enseñando a
todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a
todo hombre; para lo cual también trabajo, luchando según la potencia de él, la
cual actúa poderosamente en mí” (Paréntesis añadido).
La
gracia que operó en Pablo para ser lo que era, es la misma gracia que también
actúa en nosotros. Y lo mejor de todo: El SEÑOR se asegura que es una gracia
que no será en vano en Sus hijos. Esta es una gran noticia: Esta gracia es
disponible para todos los que estamos en Cristo Jesús. Una gracia que es
primeramente para salvación y luego para capacitarnos en el propósito de Dios
que tiene para cada uno en Su Iglesia. Es un asunto de fe que este precioso
regalo opere y actúe eficazmente en nuestro diario vivir. Hermanos, reconocemos
que sin Él nada somos y que:
- Necesitamos gracia para ser santos, para vencer nuestras debilidades y ser fortalecidos en nuestra lucha contra el pecado.
- Necesitamos gracia para ser pacientes en las tribulaciones, para no airarnos, para ser mansos y humildes de corazón.
- Necesitamos gracia para amarnos unos a otros, y para soportar nuestras propias flaquezas.
- Necesitamos gracia para predicar, para enseñar, para ministrar según el don que se nos haya dado.
- En fin, necesitamos gracia para ser cada día más semejantes en conformidad a la imagen del SEÑOR Jesucristo (Léase Romanos 8:28-30).
Todo
esto por medio del Espíritu Santo morando en nosotros, quien es llamado el
“Espíritu de gracia” (Léase Hebreos 10:29). Es fiel para perfeccionar esta obra
(Léase Filipenses 1:6).
En
resumen: Esta gracia proviene del Dios único y verdadero, fue establecida por
Jesús en su obra en la cruz y a raíz de este acontecimiento asombroso de la
salvación, es aplicada por el Espíritu Santo. Todas estas bendiciones están al
alcance nuestro. Finalizo con la exhortación de Pablo a Timoteo:
2
Timoteo 2:1 “Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo
Jesús”.
¡Solo
a Dios la Gloria!