miércoles, 13 de febrero de 2013

POR LA GRACIA DE DIOS SOY LO QUE SOY…

1 Corintios 15:9-10 “Porque yo soy el más pequeño de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo”.

Esta es una de las más grandes declaraciones hechas por el apóstol Pablo. Para muchos de nosotros él es considerado como uno de los más grandes misioneros de la Historia de la Iglesia, además de apóstol y maestro de los gentiles. Aun con todos estos reconocimientos, él mismo admite que ninguna de estas labores provienen de sí mismo, sino que tiene origen en una sola fuente: Dios. Pablo no creía ser digno de su apostolado porque persiguió a la iglesia de Dios (vers. 9); es la misma declaración que hace en 1 Timoteo 1:12-13:

1 Timoteo 1:12-13 “Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio, habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador; mas fui recibido a misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad”.

Poco después, su vida cambió cuando fue hallado por el SEÑOR Jesús en su camino a Damasco durante su persecución de cristianos (Léase Hechos 9). Inesperadamente, fue el SEÑOR Jesús quién recluta a la oposición (Todo lo contrario en el caso de los que ponen así mismos en el ministerio):

Hechos 26:15-18 “Yo entonces dije: ¿Quién eres, Señor? Y el Señor dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Pero levántate, y ponte sobre tus pies; porque para esto he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas en que me apareceré a ti, librándote de tu pueblo, y de los gentiles, a quienes ahora te envío, para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados”.

Este encuentro lo transformó radicalmente, de ser perseguidor a formar parte en la milicia de la fe.

Ahora bien, dice el vers. 10 “Por la gracia de Dios…”. ¿Qué es la gracia? La gracia es el favor inmerecido de parte de Dios pero concedido a un costo muy alto: La vida de Su propio Hijo Unigénito en la cruz (Léase Efesios 2:5). Él es la dádiva para nosotros con el fin de que pudiésemos vivir sin ser separados eternamente de Dios por causa de nuestros pecados (Léase Juan 3:16). Y reiteramos que es una gracia que viene primeramente de Dios, porque de Él comienza el evangelio (Léase Romanos 1:1).

Continúa diciendo el vers. 10 “Por la gracia de Dios soy lo que soy…”. ¿Qué fue lo que la gracia de Dios hizo de Pablo?

En primer lugar fue salvo. Nadie puede ejercer un ministerio de parte de Dios sin antes haber recibido el don de la salvación en Jesucristo:

1 Timoteo 1:14-15 “Pero la gracia de nuestro Señor fue más abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús. Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero”.

La Salvación es por gracia, no por obras, para que nadie se gloríe (Léase Efesios 2:8-9). Y en segundo lugar era un apóstol enviado a cimentar el fundamento de Jesucristo entre los gentiles:

2 Timoteo 2:10-11 “Pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio, del cual yo fui constituido predicador, apóstol y maestro de los gentiles”.

Y enfatizo lo siguiente del vers. 10: “Y su gracia no ha sido en vano…”. Esta afirmación es poderosa en extremo. Significa que es una gracia capacitadora y eficiente, porque “no es vano”.

Colosenses 1:28-29 “A quien anunciamos (Jesús), amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre; para lo cual también trabajo, luchando según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí” (Paréntesis añadido).

La gracia que operó en Pablo para ser lo que era, es la misma gracia que también actúa en nosotros. Y lo mejor de todo: El SEÑOR se asegura que es una gracia que no será en vano en Sus hijos. Esta es una gran noticia: Esta gracia es disponible para todos los que estamos en Cristo Jesús. Una gracia que es primeramente para salvación y luego para capacitarnos en el propósito de Dios que tiene para cada uno en Su Iglesia. Es un asunto de fe que este precioso regalo opere y actúe eficazmente en nuestro diario vivir. Hermanos, reconocemos que sin Él nada somos y que:
  • Necesitamos gracia para ser santos, para vencer nuestras debilidades y ser fortalecidos en nuestra lucha contra el pecado.
  • Necesitamos gracia para ser pacientes en las tribulaciones, para no airarnos, para ser mansos y humildes de corazón.
  • Necesitamos gracia para amarnos unos a otros, y para soportar nuestras propias flaquezas.
  • Necesitamos gracia para predicar, para enseñar, para ministrar según el don que se nos haya dado.
  • En fin, necesitamos gracia para ser cada día más semejantes en conformidad a la imagen del SEÑOR Jesucristo (Léase Romanos 8:28-30).

Todo esto por medio del Espíritu Santo morando en nosotros, quien es llamado el “Espíritu de gracia” (Léase Hebreos 10:29). Es fiel para perfeccionar esta obra (Léase Filipenses 1:6).

En resumen: Esta gracia proviene del Dios único y verdadero, fue establecida por Jesús en su obra en la cruz y a raíz de este acontecimiento asombroso de la salvación, es aplicada por el Espíritu Santo. Todas estas bendiciones están al alcance nuestro. Finalizo con la exhortación de Pablo a Timoteo:

2 Timoteo 2:1 “Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús”.

¡Solo a Dios la Gloria!