miércoles, 5 de febrero de 2014

UN SIGNIFICADO, MUCHAS APLICACIONES

Una de las lecciones que aprendí hace casi un año con mi maestro de estudio bíblico, es la siguiente: “Hay un significado en el texto bíblico, pero muchas aplicaciones”. En otras palabras, no confundir el significado original con la aplicación. Me llamó mucho la atención esto. Me explico con un ejemplo:

Sabemos que la parábola del Buen Samaritano (Léase Lucas 10:25-37) está relacionado con la pregunta de un intérprete de la ley hecha a Jesús, sobre cómo heredar la vida eterna. Jesús le contesta con otra pregunta: ¿Qué dice la Ley?, a lo que el intérprete lo resume: “Amar a Dios y al prójimo”. Basado en lo anterior, el Maestro comienza a narrar una parábola para ilustrar lo que la Ley enseña con el amor como su fundamento y finaliza: “Haz tú lo mismo”. Claro, nadie puede cumplir la Ley y lo que hace Jesús es exponerle al intérprete su incapacidad de cumplirla (Por las obras de la Ley nadie puede ser justificado, por tanto no puede heredar la vida eterna; Romanos 3:10-12, 20). En los Evangelios, Jesús enfatiza mucho el hacer misericordia, el amor por sobre el legalismo estricto, pues Él es muestra del amor de Dios cuando se ofreció como sacrificio por nuestros pecados en una cruz.

Sin embargo, un predicador puede aplicar esta parábola en un sermón sobre las ofrendas para ilustrar la importancia de invertir tiempo, dinero y recursos por amor al prójimo. Por ejemplo: El samaritano toma unas vendas, aceite y vino para las heridas del judío asaltado; además paga por adelantado al mesonero para que cuide del herido y si gasta demás; volverá para cubrir dichos gastos. Del mismo modo empleamos nuestros recursos para contribuir en el progreso del Evangelio: Folletos evangelísticos, material para escuela dominical, Biblias para nuevos creyentes, ofrendas monetarias o despensas alimenticias para los necesitados, etcétera.

Siempre será importante aclarar el sentido original del texto. Por otra parte, las aplicaciones no son malas (el abuso de ellas sin contexto sí lo es); pues es sorprendente cómo la Biblia tiene una fuente inagotable de riquezas en ella.

¡Sólo a Dios la Gloria!